El cuerpo físico exige y desea, el cuerpo mental habla sin descanso, el cuerpo emocional se angustia, se desespera, grita y llora y el espiritual solo susurra sutilmente y ese suave susurrar de nuestro ser interior es el que nos cuesta lograr escuchar, el bullicio exterior interior es mucho y crece en progresión geométrica a medida que el tiempo sigue su rumbo.
Las lágrimas permiten limpiar esa interferencia pues,
debemos escuchar el susurro de nuestro interior, debemos percibir lo que nos
dice nuestro espíritu, es él, el verdadero guía que desea entregarnos la
información fidedigna, clara y precisa, para que limpiemos y unifiquemos
nuestros pensamientos, sentimientos, ideas, sueños e ideales en un objetivo
común para todos los seres de la tierra.
Absurdo sería pensar que el cambio va desde la aparición de
este conocimiento y desde que empezamos a utilizar las lágrimas como una
herramienta de unificación, ya que el proceso de cambio ha sido gradual,
progresivo y constante desde que comenzó a evolucionar la consciencia de
algunos hombres más despiertos, hombres y mujeres que con una visión clara de
la verdad han dado a conocer sus premoniciones. Hay una gran cantidad de seres
humanos que en forma individual, han trabajado afanosa y silenciosamente en sí
mismos y para los demás, para que brote esta semilla humana que fue plantada en
nuestro planeta y para que en forma colectiva logremos la trascendencia tan
deseada a una nueva dimensión.
En este nuevo despertar y dentro de toda esta cobertura que
va teniendo cada vez mayor difusión, el hombre ha buscado elementos naturales
para sanar y al mismo tiempo también para conectarse con otras dimensiones de
la consciencia y ascender, para esto han utilizado una gran cantidad de
elementos para ampliar en cierta medida sus percepciones. Las propias
escrituras hablan algo de esto, al decir: “Las hojas de los árboles servirán
para la sanación de las naciones” pero, no debemos dejar de comprender, que
muchas veces estos elementos, desvirtúan en cierta medida lo que el hombre debe
hacer, si no son utilizados con sabiduría, respeto y moderación. Hoy muchos de
estos elementos sagrados, están a disposición de mucha gente que tienen acceso
a ellas pero, desafortunadamente por otra parte, el ser humano las ha
manipulado para transformarlas en drogas sintéticas y adictivas, que en vez de
cumplir la misión descrita en las escrituras, han hecho todo lo contrario con
ellas y su mal uso, ha provocado un
cúmulo de calamidades en la población mundial, que ahora es
muy
difícil de erradicar y esto ha sucedido por el hecho de que
, no se le ha entregado información verdadera y la forma natural de su
utilización, de hecho, nadie medianamente cuerdo, se atrevería a consumir
peyote o ayahuasca, sin la dirección experta de un chamán, que la han utilizado
por siglos en sus rituales sagrados.
Digo esto, por el hecho que no hay droga más potente y
poderosa en el mundo, que aquella que genera el propio organismo. Las lágrimas
no producen distorsiones o estados más alterados de la mente, como los que suelen producir los alucinógenos, ni
tampoco la euforia de algunos productos o el entorpecimiento de los calmantes o
los opiáceos, las lágrimas producen todo lo contrario, un estado desalterado de
la mente, las lágrimas van lentamente despertando la consciencia, a una
consciencia más plena y superior para adquirir el conocimiento necesario para
la trascendencia.
La perfecta alquimia de las lágrimas -no la química ni la
bioquímica del organismo, que son para cumplir con las funciones orgánicas-,
son el producto bioquímico más sanador
que posee el organismo. Es la herramienta perfecta de la evolución personal que
penetra todos los cuerpos sutiles del ser humano, para ir provocando cambios
personales, que poco a poco se harán colectivos.
Hugo Fuchslocher Salgado.
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